domingo, 12 de febrero de 2012

En el coffee


¡No os vais a creer lo que me ha pasado hoy!

Estaba en el Starbucks que hay en la Castellana tomando un batido mientras esperaba a una amiga. En la mesa de al lado había sentada un mujer con su hijo, ella estaba hablando por el móvil con quien intuí su esposo, no es que estuviera escuchando es que las mesas están unas muy cerca de otras, y el niño estaba jugando con la psp.

Pasado un tiempo, yo seguía con mi libro haciendo tiempo y ella hablando. A esto que de repente veo que la mujer se remueve nerviosamente en su silla, dice algo rápidamente y cuelga. A mi me llamó un poco la atención pues no entendía ese comportamiento tan repentino así que miré en la misma dirección en la que miraba ella. Un hombre se acercaba a ellos sonriendo. Besó a la mujer, revolvió el pelo del crío y se sentó con ellos.

Yo me quedé un poco rallada porque acababa de despedirse de alguien de una forma muy cariñosa, como si fueran a pasar más que unos minutos hasta que se volvieran a ver y no los instantes que transcurrieron hasta que entró por la puerta del local. Era raro, muy raro.
Y entonces por una de esas casualidades que tiene la vida aquel niño levanto la cabeza de su consolita y dijo inocente de él – Papi, ya has vuelto de América! – y sonrió anchamente.

Su madre obviamente se quedó clavada en el asiento mirando a su hijo. Creo que ella también opinaba que el crio no valía para otra cosa más que para jugar y vaya que si valía… El padre se quedo mirando al chaval super confuso y entonces levanto la mirada hacia su mujer interrogándola con la mirada. Esta no pudo hacer otra cosa que bajar la mirada y callar. El hombre lo pillo a la primera. Se levanto de la silla, miró a su mujer una vez más y salió del local casi corriendo…

Vaya marrón fue lo único que pude pensar. Pero ahora al menos entendía esa despedida tan extraña. Vale quizá si estaba escuchando, pero es que el libro que estaba leyendo era un rollo y la conversación de esa mujer mucho más interesante. Y además no estaba escuchando tanto, pues me perdí la parte en la que dijeron que él estaba en América, si no, no me hubiera perdido. “Bendito niño” pensé. Luego me entro la risa, y como no era plan tuve que salirme del local y esperar fuera a mi amiga ¡con el frío que hacía!...

Y es que ya lo dice la gente: los niños no son tontos… De todas formas apostaría a que a aquel niño su madre no le va a comprar otra consolita más en su vida, ¡ja!

6 comentarios:

  1. madre mia vaya situación... a todos nos ha pasado eso de escuchar conversaciones ajenas, es que a veces son muy interesantes verdad?

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  2. la verdad es que si , porque hay veces que se podría hacer hasta una novela :)

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  3. sobre todo cuando vas en el autobus o en el metro y no tienes nada mejor que hacer... las conversaciones de los demás se vuelven MUY interesantes :)

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  4. Voto por eso Marta, ¡VIVAN LAS CONVERSACIONES AJENAS DEL METRO! (Siempre que no sea la tuya en la que se centren todas las orejas...)

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  5. Estoy completamente de acuerdo contigo Belén y además quiero añadir que las conversaciones siempre son mejores con un café delante…..claro no en este caso : )

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